Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1858-1860 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 24 de febrero de 1859
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 61, 1.480 a 1.482
Tema: Discusión sobre el dictamen y voto sobre el acta del distrito del Ferrol

El Sr. SAGASTA: Pido la palabra en pro.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Lafuente): No puede V. S. hablar más que en contra.

El Sr. SAGASTA: Pues en contra. Debo confesar, señores, que no he leído el acta que se está discutiendo; no tenía antecedente de ella de ninguna clase; sólo he oído lo que ha dicho el Sr. Suárez Inclán combatiendo el voto particular, y lo que en su defensa ha expuesto el Sr. González. De una y otra cosa resulta que la elección del primer día es completamente legal, que la Mesa se constituyó definitivamente y dentro de la ley, porque el único reparo que pone el señor Suárez Inclán a la legalidad de la constitución de [1.480] la Mesa, consiste simplemente en que no se admitió como secretario a un tal Montero; que en las listas aparece Mortero. Pues bien, señores; aparte de que esto es absolutamente legal, el Congreso tiene ya establecida esa jurisprudencia, y en las actas de Padrón, entre otras cosas, se acordó que estaban bien excluidos los electores cuyo apellido estuviese equivocado. Pues esto es, ni más ni menos, lo que ha pasado en el acta que estamos discutiendo; había un elector que se llamaba de un modo distinto de como aparecía en las listas; pues en su derecho estaban los demás electores impidiendo que votara, y mucho más que tomara parte en la constitución de la Mesa definitiva.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Lafuente): Me parece, Sr. Sagasta, que esta V. S: hablando en pro del voto particular.

El Sr. SAGASTA: Si S.S. me deja continuar, verá cómo no es así, porque el voto particular propone que se continúe la elección, y yo pido la proclamación del Sr. Acha como Diputado por el distrito del Ferrol: luego estoy en mi derecho hablando en contra del voto particular que propone cosa distinta de la que yo hubiera propuesto; y para venir a este resultado me estoy haciendo cargo de la legalidad de las operaciones del primer día, único de elección.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Lafuente): Por esa razón creía yo que V. S. hablaba en pro.

El Sr. SAGASTA: Pero ya se habría persuadido V. S. y el Congreso de que estoy hablando en contra.

El Sr. Suárez Inclán empezó diciendo que la Mesa interina en la elección del distrito del Ferrol (El señor Calvo Asensio: Pido la palabra en pro) la componían cuatro secretarios, tres de ellos progresistas: no sé si esto quiere decir algo en contra de la legalidad de la elección.

La elección, pues, del primer día, es completamente legal; la Mesa fue legítimamente constituida; no se admitió a componerla a uno de los electores porque estaba mal escrito su apellido en las listas electorales; y cuenta, Sres. Diputados, cuenta que estaba mal escrito ese apellido a pesar de sus adversarios políticos, a pesar de los secretarios escrutadores, que según dice el Sr. Suárez Inclán eran progresistas; porque esos señores quisieron, a fuer de leales, evitar esa equivocación, y le dijeron al Sr. Montero: " el apellido de Vd. esta equivocado; acuda Vd. Al gobernador pidiendo que se rectifique la equivocación, porque si no, dentro de la ley no le podemos permitir a Vd. votar, ni mucho menos formar parte de la Mesa definitiva." ¿Se puede dar mayor buena fe? ¿Se puede dar mayor respeto a la legalidad, mayor deseo de una lucha completamente legal, puesto que esos mismos adversarios políticos que no le permitieron tomar parte en la constitución de la Mesa, le advirtieron anticipadamente que el apellido estaba equivocado, y que si no le rectificaba no le podían permitir votar, y a fuer de adversarios leales querían no solamente que votase, sino que formase parte de la Mesa definitiva? Y esto, señores, yo lo sé porque lo ha dicho el Sr. Suárez Inclán, pues repito que no he visto el acta.

Que a consecuencia de haberse opuesto la mayoría de la Mesa interina a la admisión del Montero o Mortero, hubo un gran tumulto, una especie de motín; que el alcalde, bajo la presión de este motín, cedió y presidió la Mesa para que continuara la elección.

No sé si el Sr. Suárez Inclán habrá dicho esto con el deseo de poner de manifiesto la responsabilidad que en semejante caso contrajo aquella autoridad, responsabilidad que ahora se extiende al Gobierno porque ha vuelto a nombrar al alcalde. ¿Era así como aquel alcalde presidente de la Mesa electoral cumplía con su deber? ¿Y quiénes en último resultado promovieron aquel tumulto? ¿Eran los amigos del candidato ministerial, o los del candidato de oposición? Y siendo los amigos del candidato de oposición, ¿eran en tan gran número, repito, que los amigos del candidato ministerial no pudieron aplacar el tumulto? Minoría espantosa era entonces en la que se encontraba ese candidato ministerial. Y en último resultado, ¿qué tumulto, qué motín fue ese, que después continuó la elección con arreglo a la ley, y se quemaron las papeletas, y todo se hizo absolutamente dentro de la ley'?

Pero, señores, el Ferrol ¿es una aldea es un pueblo pequeño donde la autoridad no tiene medios para aplacar un motín de las proporciones que nos ha dicho el Sr. Suárez Inclán? Es gracioso lo que aquí se nos dice para hasta cierto punto atenuar la responsabilidad del alcalde; se dice que cuando quiso restablecer el orden en el local, no encontró ninguno de sus agentes; que ocho por lo menos que había, abandonaron a ese alcalde. ¿Qué tal cumpliría con su deber ese alcalde, cuando le abandonaron hasta los agentes que tenía a sus órdenes? Que entonces los amigos del candidato ministerial abandonaron su candidato; si los agentes que dependían inmediatamente del alcalde abandonaron al alcalde, ¿qué extraño es que abandonasen al candidato ministerial sus amigo? (El señor Marqués de Santa Cruz de Aguirre pide la palabra.)

Pero es lo cierto que restablecido el orden, el alcalde se prestó a presidir la Mesa electoral; que siguió la elección, y que no hubo reclamación alguna contra ella, y que no hay protesta de ninguna especie; que los 49 electores que emitieron sus sufragios, lo hicieron dentro de la ley, con toda legalidad, sin obstáculo de ninguna especie. ¿Y para quienes son esos 49 votos? Para el candidato de oposición. Así se verifica la elección del primer día. Viene el día siguiente, y a la hora señalada, al volver al local electoral a continuar la elección, aparece un bando del alcalde por el cual se suspende la elección; y yo pregunto ahora: señores Diputados, ¿hay así elecciones posibles? Pues sentad hoy ese precedente; sentad hoy el precedente de que un alcalde pueda a su capricho, a su solo capricho y voluntad suspender una elección, y esté seguro el Sr. Suárez Inclán, esté seguro el Congreso de que el gobierno representativo ha concluido entre nosotros.

Si la votación del primer día en lugar de haber sido a favor del Sr. Acha, hubiera sido a favor del señor Aguirre, es seguro que el alcalde no hubiera suspendido la elección, porque hay que tener en cuenta que esos 49 votos del primer día deciden la elección en un distrito que apenas cuenta 150 votos, y que por lo ordinario se ha visto que en ese distrito casi nunca han votado mas de 100 electores; casi nunca han llegado a ese número; y vean los Sres. Diputados cómo esos 49 votos, emitidos el primer día deciden la elección a favor del candidato de oposición.

Pues el alcalde dijo sin duda: el modo de evitar que triunfe el candidato de oposición, puesto que yo quiero que salga el candidato ministerial, es decir no continúa la elección. Pues sentemos boy este precedente, Sres. Diputados, y como ya he manifestado, destruimos por su base el sistema representativo; no [1.481] hay elección posible, puesto que el resultado de la elección dependerá, del capricho, de la voluntad de un alcalde; y esto es más serio, más grave, más trascendental de lo que a primera vista parece; es preciso poner un correctivo, y un correctivo muy grande, a estas arbitrariedades; es necesario demostrar al país, es necesario demostrar a ese mismo alcalde que su voluntad y capricho no han de influir en manera alguna en el resultado de la elección de un distrito, proclamando hoy al Diputado que lo es legalmente, al candidato de oposición, y al mismo tiempo pasando un tanto de culpa al Gobierno para que exija la responsabilidad, que es muy grande, a esa autoridad.

Y aquí verá el Sr. Presidente, y vendrán los señores Diputados, cómo estoy combatiendo el voto particular, que propone que sea respetada la elección del primer día, y que continúe la elección en el segundo. Yo haría más; porque es la manera de poner un correctivo y el merecido castigo a ese alcalde, para que el resultado de una elección no dependa del capricho de un alcalde: yo proclamaría Diputado al que ha obtenido la mayoría en el primer día de elección, único que ha habido.

Tengo entendido que en el Congreso anterior hubo un acta igual a esta, sin más diferencia que la de en vez de ser favorable como ahora al candidato de oposición, entonces era favorable al candidato ministerial.

Pues bien: ese candidato ministerial vino con el acta, y fue admitido por el Congreso.

Concluyo, porque no quiero molestar más la atención de los Sres. Diputados, reservándome sin embargo hacer uso de la palabra, si es necesario, cuando tenga más datos, porque, repito, no tengo ni he tenido más que los que me han suministrado el Sr. Suárez Inclán y el Sr. González.

(Hablan el Sr. Suárez Inclán y el Sr. González.)

El Sr. SAGASTA: Ha supuesto el Sr. Suárez Inclán haber dicho yo que el nombre equivocado estaba en las listas de primera rectificación. Todo lo contrario: he dicho que en las últimas, es decir, en las ya ultimadas, en aquellas que ya no se pueden rectificar. Por eso la Mesa con mayor motivo debió creer que aquel apellido pertenecía a otra persona, y no debió dejarle votar al sujeto en cuestión, porque era contra la legalidad.

Queda, pues, todo en pie: la Mesa estuvo en su derecho al negar a ese Montero o Mortero que tomase asiento; y la Mesa estuvo legalmente constituida; estuvo perfectamente intervenida; el presidente leyó todas las papeletas, y el presidente era de la parcialidad del candidato ministerial. Es seguro que cuando ha leído el nombre del candidato de oposición, bien claro y explicito estaría en las papeletas: no cabe duda pues que los 49 electores del primer día votaron dentro de la ley; son electores, como suele decirse de clavo pasado.



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